Proponen “Salvar al truco”

Cinzano propone “Salvar al truco” mediante una campaña que apunta a mantener viva una tradición identitariamente argentina a través del juego de naipes más representativo de la herencia cultural argentina.

El truco llegó a la Argentina desde Valencia, España, y se instaló en el país gracias a los colonizadores; y, poco a poco, entre el campo y las pulperías, lo aprendieron los pueblos originarios y los criollos, quienes le agregaron nuevas reglas, códigos y maneras de jugar, y le dieron el sello local.

Sin embargo, no fueron los españoles quienes lo crearon, sino los árabes: Si se jugó en la península ibérica fue porque los moros estuvieron 800 años, durante la Edad Media, en la tierra de dónde luego partieron los conquistadores para América; su nombre remite a “truchiman” que significa “intérprete”.

“Cinzano tiene una fuerte vinculación histórica con la sociedad argentina y, desde sus comienzos, está presente en los deportes populares, en la gastronomía tradicional así como en los bodegones y vermuterías de todo el país”, destaca Guido Iezzi, brand manager de Cinzano.

La campaña apunta a visibilizar el truco y sus códigos, que en todos los casos conllevan esa complicidad entre amigos que es uno de los sellos identitarios de la marca, en base a datos aportados por la Asociación Argentina de Truco (Asart).

“Se estima que poco más de la mitad de la población de entre 12 y 70 años conoce el truco como juego de naipes; entre ellos, es disímil la asiduidad con la que lo juegan y suele estar íntimamente relacionado con reuniones o comidas con amigos/as, y también al verano y la playa”, destacan desde la entidad.

“Nuestra principal intención es que el truco no muera y por eso desde un tiempo a esta parte hemos impulsado su revalorización y consideración como disciplina deportiva”, destacan desde Asart.

Internet, las plataformas y la pandemia han impactado sobre el uso del tiempo libre, manteniendo más tiempo a las familias en casa, pero multiplicando las ofertas de entretenimiento dentro de ella; por ello los juegos de mesa, y de cartas, vuelven a tener un rol para disfrutar tiempo de calidad y diversión.

Los juegos de mesa crean ámbitos más íntimos; agrupan a las personas en un espacio que crea cercanía y donde el compartir se convierte en el eje del encuentro, donde hay tiempo de calidad; y cubren una necesidad social en un mundo de pantallas y big data.

La sociedad del siglo XXI, atrapada en la interrupción del teléfono móvil e hiperconectada a las redes sociales, necesita espacio para respirar libertad, ocio desconectado y compartido con personas; este siglo afronta el reto de la preservación de tiempo analógico de calidad, individualmente y en grupo. 

Y los juegos de mesa son esenciales para construir este espacio, el público lo intuye y, cuando lo prueba, repite y extiende la cultura del juego.

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